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LA TERCERA GENERACIÓN DE MANTENIMIENTO, MANTENIMIENTO BASADO EN CONDICIÓN

La primera generación de mantenimiento basó su estrategia en la corrección de averías. Era pues una estrategia basada en mantenimiento correctivo, y su anticipación al fallo era nula.

La segunda generación, nacida a partir de la Segunda Guerra Mundial centró su foco de atención a la anticipación al fallo mediante la realización de una serie de tareas sistemáticas, por horas o por intervalo de tiempo. Esta estrategia estaba basada en lo que podríamos definir como mantenimiento preventivo o mantenimiento sistemático. 


Por Santiago García Garrido 

www.santiagogarciagarrido.com

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La primera generación de mantenimiento basó su estrategia en la corrección de averías. Era pues una estrategia basada en mantenimiento correctivo, y su anticipación al fallo era nula.

 

La segunda generación, nacida a partir de la Segunda Guerra Mundial centró su foco de atención a la anticipación al fallo mediante la realización de una serie de tareas sistemáticas, por horas o por intervalo de tiempo. Esta estrategia estaba basada en lo que podríamos definir como mantenimiento preventivo o mantenimiento sistemático.

 

La tercera generación del mantenimiento nace de la duda de algunos de los principios que rigen la segunda generación del mantenimiento, es decir, la estrategia sistemática. La duda comienza fundamentalmente a finales de los años 60, en el mundo de la aviación, donde se observa que la estrategia sistemática seguida con rigidez por las compañías aéreas y por sus departamentos de mantenimiento, a pesar de conseguir excelentes resultados, no consigue eliminar las averías, Hay que tener en cuenta que muchas de las averías que pueden surgir en una aeronave acaban en accidente aéreo, y esto suponía una traba importantísima para el desarrollo a gran escala de la aviación comercial.

 

La tercera generación del mantenimiento es una ruptura con un concepto fundamental. Este concepto es el mantenimiento sistemático realizado bien por horas de funcionamiento o bien por periodos de tiempo naturales, en el convencimiento de que dicha estrategia impone tres inconvenientes que hay que superar: el techo de disponibilidad, el techo de fiabilidad y el enorme coste que supone.

 

Los nuevos objetivos, que ya definen objetivos de fiabilidad del 100% o muy cercanos a este valor, de disponibilidad, que deben superar valores del 98% o más, y de coste, que ahora apuntan a, 1,5-2% del coste de la instalación en vez del 3-5% que imponen las estrategias anteriores, hace que sea necesario buscar otros conceptos que se puedan aplicar para obtener mejores resultados con menos recursos.

 

La clave está, de acuerdo con la tercera generación del mantenimiento, y como se desarrolla ampliamente en este manual, en la eliminación de las tareas sistemáticas, en la renuncia a determinar la vida útil de las piezas y componentes de una instalación, y en la renuncia a seguir unas instrucciones de mantenimiento emitidas por los fabricantes de los equipos que favorecen claramente sus intereses económicos en detrimento de los intereses de los usuarios y propietarios de dichos equipos. Estas instrucciones no están soportadas en estudios suficientemente rigurosos, sino en simples estimaciones, en la mayoría de los casos, hechas con un rigor discutible.  

 

El concepto clave ya no es la vida útil de las piezas o los periodos que deben transcurrir entre dos paradas para la realización de una serie de tareas sistemáticas, sino que está en primer lugar en la robustez del diseño. “Un bien mantenimiento no arregla un mal diseño” dice una de las Leyes de Mantenimiento expuestas en el capítulo 1 de este manual, que indica que si algo ha fallado habrá que intervenir en la causa que lo provoca, solucionando dicho fallo de raíz, y no generando nuevas tareas de mantenimiento sistemático. Pero además de las modificaciones en el diseño, y con el objetivo de que los fallos que puedan presentarse en los equipos se solucionen en el momento que menos afecte a producción, se establece la observación de los equipos en marcha y la realización de determinadas mediciones como la base de las tareas que deben realizarse de forma periódica. La segunda de las claves es pues el mantenimiento condicional: solo se interviene si es necesario. Si funciona no lo toques, reza una de leyes del mantenimiento de tercera generación, una ley que tiene todo el sentido técnico y que evita por un lado el coste asociado a una intervención que no es necesaria, y por otro, evita introducir fallos en un equipo que no los tiene. 

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